lunes, 11 de enero de 2010
LA SONRISA FINGIDA
Una vez, una gran amiga de Jose le dijo en una reunión que él tenía una sonrisa muy bonita. No se recibe todos los días un piropo, así que, desde luego, él se sintió muy complacido y feliz.
Tal muestra de simpatía le hizo pensar que su sonrisa podría ser el eje de una estrategia para conquistar a alguna fémina, puesto que tenía el corazón solitario. De regreso a su casa en el autobús, una chica con unos grandes ojos zarcos virtuosos y una sonrisa que atrae y enamora se sentó a su lado. Entonces Jose pensó en lo vano e inútil que sería postergar su estrategia y se enrumbó decidido a probarla con la dama, una hora después de haber recibido el tan poderoso y sugerente piropo.
Jose estaba sentado al lado del pasillo y su acompañante casual junto a la ventana. Ella era muy blanca, con unos labios rojos tan estéticamente delineados como si estuvieran pidiendo un beso apasionado. Sus ojos azules claros parecían dos esferas provenientes del mar más bello del mundo. Tenía el cabello largo ensortijado que caía armoniosamente en un cuerpo que se asemejaba al de alguna Diosa Griega. Jose se entretenía mirando soslayadamente la dulce combinación de sus bucles con su rostro angelical. De pronto, cual reacción súbita después de un largo adormecimiento antes de dar el primer paso, Jose pudo mirarla a los ojos, y le preguntó su nombre mostrando una sonrisa que obviamente era fingida, pero que pensó que podía ayudarle en su eventual conquista. Además, esa oportunidad sería la primera prueba para comprobar la veracidad de la supuesta belleza de su sonrisa.
La chica se quedó perpleja ante aquella mirada y sonrisa que, con absoluta seguridad, conformaban una imagen patética de Jose. Ella le miró desencajada e ignoró su pregunta. Él volvió a la carga y le preguntó el lugar de su nacimiento, al mismo tiempo que afirmaba con extraña confianza que no era de Lima. Ella sonrió y usando las herramientas del lenguaje gestual negó serlo. Dijo que provenía de Chota, un lugar bello y acogedor de Cajamarca.
Siempre con su sonrisa que no dejaba de acompañarlo, Jose preguntó a esta chica extremadamente bella si todas las féminas Chotanas son tan guapas como ella, también le dijo que parecía una embajadora del cielo en la tierra y que en ese momento se sentía un elegido por Dios al reconocerse tan cerca de ella.
Ella lo miró seriamente, y al cabo de unos silenciosos segundos, rió desenfrenadamente, lo que ocasionó la atención de todos los pasajeros. Jose se sintió un verdadero tonto. Cohibido y confundido dejó de mirarla y quedó completamente arrepentido de iniciar aquella súbita conquista. La señorita seguía riendo, y él ya no sabía si pararse y bajar del carro o quedarse inmóvil en ese infeliz asiento, hasta que ella hizo un gesto al cobrador del autobús al mismo tiempo que miraba a la calle. Finalmente ella se paró y avanzó hacia la puerta delantera del autobús, pero lo hizo mirando hacia atrás, clavando su mirada en los ojos de Jose y desatando una carcajada que parecía eterna. Él naturalmente quería desaparecer, escabullirse por algún orificio del autobús. Pensó fugazmente en salir por la ventana, pero su cobardía se lo impidió. Finalmente la Diosa Griega, pero a la vez cruel, bajó del carro, dobló la esquina y se perdió en el mar de transeúntes con rumbo desconocido. Jose sintió que le regresaba el alma al cuerpo. Había sido una experiencia traumática, y tal muestra de audacia por su parte, le había enseñado duramente una lección que jamás olvidaría.
Jose Comprendió amargamente la triste realidad. Él no tiene una sonrisa bonita, y aquel espectáculo bochornoso se lo demostró absolutamente.
¿Por qué habría de piropearle vanamente su amiga?. ¿Es que ella tiene una capacidad para confundir lo bello de lo que se conoce como una fealdad ejemplar? o ¿acaso quiso darle una alegría efímera?. Es algo que no se sabe hasta ahora...
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